Nada queda de la esencia de un reality blanco, a pesar de toda la mierda que quieras meterle a los concursantes para llenar de morbo la convivencia. Esto es una farsa de edición que sólo ha servido para tomarnos el pelo una vez mas, y ya van unas cuantas.
Pensaba que algo habrían aprendido del caso de Carlota Prado, cuando dejaron indefensa a una concursante después de una supuesta violación y, con un par de huevos y la cara de cemento armado, se dignaron a chantajear a la víctima con un: "Carlota, este tema, por José María y por ti, por el bien de ambos, no debe salir de aquí". Justo el mismo caso que paralizó el programa durante años por miedo a una fuga de anunciantes que arruinase el formato para siempre en España. Pero se ve que no, que no siempre de errores se aprende.
En su regreso lo tenían difícil para contentar a todos en una época con fandom tóxico, muy polarizado y radical y que va de la mano del peor lado de las redes sociales pero lo tenían muy fácil para respetar a los concursantes y público. En cambio, este regreso vuelve con las mismas sucias artimañas y juego de necios para engañar a concursantes y público dejando entrever la burda manipulación a la que nos quieren someter y que, (¡oh, sorpresa!), nos habremos tragado con patatas pero eso no significa que nos la creamos.
Votaciones amañadas y fatalmente representadas en un falso gráfico para engañarnos como a borregos, algo que yo descubrí en aquel VIP cuando Belén Esteban, especialista en tocarse la peineta 24/7, protagonizó un sorpasso minutos antes de la decisión final. Aún me río recordando cómo de bien sonaría en la cabeza de los responsables el que nos engañaran de ese modo y cómo de tontos nos debieron de ver para pensarse que nos tragaríamos tal espectáculo de la que fue una de las concursantes mas odiadas de la edición. Pero por poner un ejemplo más significativo que pueda desarrollar un poco su evidencia, podemos irnos a la gala de poderes absurdos que hicieron y que han perjudicado a concursantes gravemente en su trayectoria, por no hablar de los poderes que venden como algo que en realidad no son, dependiendo de quienes sean los afectados y/o favorecidos en la elección. A ver si me vais a decir que la expulsión fulminante que le tocó a Edi, no hubiera sido un poco más fulminante de haber elegido a otro que no fuese Maica. De haber sido escogido Jorge, Juan, Luis... la audiencia no hubiera decidido nada en un hipotético segundo papel metido en el sobre. Y, aunque me sitúe a favor de la favorita por excelencia del concurso y en contra del estratega gallego con ojos bonitos y alma podrida, deben ser mas claros desde el comienzo como organización y jugar con los participantes de la casa, que ellos si han firmado un contrato para ello, pero no con los espectadores.
Y no sé el motivo pero parece que todo es por quitar el control a un público que debe tener el poder de decidir. Todo por ensalzar las figuras de según que talismanes para la cadena en su momento o para quitarse de encima concursantes que, sin pelos en la lengua, desgranan y dejan relucir los sucios entresijos del show.
No, señores, ni Daniela tenía una reñida disputa en votos con Violeta la pasada gala ni, mucho menos, era la expulsada de la noche. Ni eso, ni merecen el puesto de finalistas el 90% de los que componen el podio. ¡Estamos hartos de que nos tomen el pelo!
Una edición en la que los concursantes han entrado y salido como si de un motel de carretera se tratase, donde quieren hacer ver a la gente que son ellos los que votan y expulsan, donde han recibido más información del exterior que un periódico de tirada nacional y donde las galas han estado soporíferas a la hora de guionizarlas, con rellenos ridículos hasta altas horas de la noche para correr y quedarnos sin entrevistas a concursantes por falta de tiempo en su parte final y donde mejor no vamos a mencionar el tiempo dedicado a publicidad porque resultaba insoportable ver una gala en directo con 6 minutos de anuncios cada 12 de programa. Sospechosas acciones que nos hacen dudar del verdadero directo de las galas con relojes que se ven y observamos marcan una hora distinta y comentarios del propio presentador admitiendo que no pueden decir la hora actual en otro punto del programa... Todo esto y una larga lista de polémicas que se suman a las anteriores y confirman la difícil vuelta del formato de la forma manipulada y sin pies ni cabeza con la que vuelven a resucitar "Gran hermano".
¡Un fiasco que, ojalá, paguen caro!
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