Justo hoy hace cuatro años que salí de Badajoz con un depósito cargado de gasolina, una maleta llena de tantos miedos como esperanzas y un corazón roto a pedazos por mil cosas. Fueron de esas decisiones que uno nunca piensa demasiado… de esos impulsos que uno nunca frena lo suficiente.
Quizás fue una decisión valiente o quizás fui un cobarde de mierda, me da igual lo que penséis… pero nunca me he arrepentido. Es la mejor decisión que tomé, sin lugar a dudas, y aún dejando mucho atrás sentí que tenía mucho por delante. Va a ser verdad eso de que a veces hay que dejar cosas atrás para avanzar…
Y fue la primera vez, de dos, en dejarme llevar por esas señales que el destino te manda.
La primera vez que me dejé llevar en mi vida, en general. La primera toma de contacto con esa sensación de dejarlo todo en manos del destino para ver que te depara. Y viniendo de alguien al que le gusta mantener el control de todo lo que le rodea, os podréis imaginar que no fue tarea fácil tirarse a ese vacío incierto. Pero quien me conoce ya sabe que no me ha ido nada mal. El viaje, a solas atravesando el país, fue una terapia necesaria de casi nueve horas e hizo que pisase Barcelona por vez primera, ya anocheciendo y molido física y psicológicamente… pero feliz.
Y aquí he visto cosas que jamás pensaría, vivido momentos que nunca imaginaría y aprendido lecciones que nunca la vida me había enseñado antes, ni lo habría hecho allí, las cosas como son. Viajes, personas, momentos… ¡La vida va de esto, amigos!
Y pensaréis que a vosotros qué os importa esta fecha pero para mi fue difícil todo aquello y, al otro lado del miedo, encontré de nuevo felicidad. El momento más delicado y duro de mi vida fue el principio de algo nuevo y maravilloso en todos los sentidos que abarca la palabra.
No sé el tiempo que esto dure. Cada vez creo menos en los “para siempre” y me limito a disfrutar del momento sin augurar duración porque, seamos francos, nadie tiene ni puta idea de cuanto duran las cosas, de donde está nuestro lugar (si es que está en un sólo sitio)... y tendemos a no gozarlas lo suficiente sólo por pensar cuando dejarán de pertenecernos.
Y diréis: “Esta es la primera vez que te dejaste llevar en tu vida pero… ¿y la segunda?”.
Y eso ya es otra historia… una tan larga, espiritual y especial como la serie “Perdidos”, por ejemplo, de la que quizás sólo tengas la tercera temporada en dvd en algún estante de tu salón junto a una cámara de vigilancia que no está enchufada o al lado de una brújula antigua que puede que mantengas para no perder el norte… Pero dentro de ella, de esa serie especial, en el interior de ese pack, en uno de esos discos que esconden tan gran y épica historia, también hay un pedacito, en forma de carta, de otro capítulo de mi vida y de esa piscina que un día me atreví a nadar. Esa es la segunda parte a este post que sólo tu puedes leer.
Me consta que te ha ido muy bien estos 4 años y nada cambiará eso pase lo que pase..!!!
ResponderEliminar