El mundo entero está en “pause”
Todo parece haberse parado y, en principio, esto no beneficia a muchos.
Un virus ha roto nuestra rutina, se está llevando nuestras vidas y parece que nos ha quitado una de las cosas más valiosas por las que siempre hemos luchado: la libertad.
Es cierto que ahora todo el mundo parece médico y sabe sobre síntomas, diagnósticos y sanar vidas cuando apenas llegan a preocuparse por salvar la suya.
Es época de abogados sin títulos que no saben ni de artículos, ni de derechos pero creen tener un veredicto desconociendo su propia sentencia mañana.
Todos parecen políticos que llevarían esta situación sobre ruedas cuando ni con las riendas de su día a día saben lidiar.
A mi juicio, el virus (por lo general) está sacando lo peor de nosotros: nuestro lado más egoísta, menos empático y más inhumano. Me resulta decepcionante ver lo podridos que estamos como sociedad en momentos donde más que unirnos, todos intentamos sacar provecho de la situación o destacar por encima del resto.
Ya veis, el virus también está en nuestras casas…
Pero saquemos el lado positivo a todo esto, que también lo tiene.
El encierro es una oportunidad para abrirnos los ojos y reducirlo todo después de él a lo realmente más importante, a lo esencial.
Ojalá nos demos cuenta de lo importante que es estar con nuestros hijos aunque un día de vacaciones haga malo porque cualquier casa puede convertirse en el castillo de Disney para ellos.
Ojalá restemos importancia al trabajo, aprovechemos nuestros derechos como trabajadores y disfrutemos de la familia, amigos, vecinos… de nuestra vida, en general. La risa es valiosa, preciada y puede salvar las mismas vidas que el virus nos están quitando a cada hora.
¡Hagamos que esto nos cambie para siempre!
¡Hagamos que esto nos cambie para siempre!
El planeta está respirando cuando ya pedía a gritos que parásemos de matarle, de contaminarle, de talarle, de explotarle, de maltratarle…
Se escuchan pájaros y las hojas de los árboles chocar entre si mientras bailan al viento donde antes sólo se escuchaba ruido. Y aunque no seamos conscientes, era necesario que así fuera.
Ya sabemos los pijamas que tienen nuestros vecinos porque los vemos a las 20h de cada tarde, ocupémonos de más que saludarles con la mano desde la terraza, el hacerlo regalando una simple sonrisa cuando nos los crucemos por la calle, los conozcamos o no, eso da igual.
Aprovechemos estos días para reflexionar y cambiar hábitos que mejoren nuestra calidad de vida y la de todos. Si no hacemos un mundo mejor tras esto, no habremos aprendido nada.
Veamos nuestros defectos como sociedad durante el encierro, para verlo todo de otro modo después. Hagamos algo de autocrítica y remendémoslo, coño. Que no cuesta tanto y lo tenemos más fácil que nunca. Y si esto esta sacando lo peor de la mala gente y lo mejor de las buenas personas, analiza al detalle y rodéate del equipo correcto cuando volvamos a la rutina.
Aprovechemos que el planeta está en “pause” por primera vez en nuestra historia reciente y hagamos que nuestra mente apriete ese otro botón del mando tan necesario para proseguir de mejor manera en unos días…
Y después, volaremos. Con esas alas que podemos fabricar estos días, tan grandes y bonitas, para empezar a volar cuando todo esto acabe!
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